Atenas

LA EDUCACIÓN ATENIENSE

En el siglo VII a. C. Atenas era una pequeña ciudad de economía rural y régimen aristocrático. Conviene subrayar el hecho de que la estructura misma de la polis favorecía la continuidad entre educación aristocrática y educación democrática; en sus tiempos de máximo esplendor la población de Atenas se componía por lo menos en sus tres cuartas partes de esclavos, de donde se derivaba la tendencia de todos los ciudadanos libres a asimilar los aspectos principales de la educación aristocrática.

El joven recibía preparación gimnástica tendiente a desarrollar exclusivamente la fuerza y armonía de cuerpo y espíritu, sin preocupaciones específicas de adiestramiento militar.

La música, término que indicaba en general las artes de las musas y que por consiguiente
abarcaba también la cultura poético-literaria aprendida oralmente (la poesía griega se cantaba o por lo menos se acompañaba con un instrumento musical) era mucho más variada y rica en Atenas que en Esparta porque no estaba restringida a tareas exclusivamente patrióticas y guerreras.

Junto al pedotriba y al citarista apareció pronto el gramático que enseñaba a leer y escribir y
quizás también a hacer cuentas. A este último no tardó en aplicársele el nombre de didáscalo, es decir, maestro por antonomasia; por lo demás, es de advertir que también “pedotriba” significaba etimológicamente maestro o guía del niño, sólo que en el siglo VI el maestro por excelencia lo era el de gimnasia, mientras que en el siglo IV lo es quien enseña a escribir.

Pedotriba, citarista y gramático eran maestros privados que daban una enseñanza colectiva.
Verdad es que existen también los pedagogos, pero se trata de simples esclavos que tenían como tarea acompañar a los muchachos a la palestra o didaskáleia donde se verificaba la enseñanza colectiva, y vigilar su comportamiento, cuidar su vestuario, etc. Por tanto, si bien colaboraban a la educación moral lo hacían escasamente a la educación intelectual.

Como se ve, la educación ateniense era esencialmente privada, aunque el Estado vigilaba su
eficacia. Según parece, desde muy antiguo había leyes por las que los padres tenían la obligación de hacer que se instruyera a sus hijos en música y gimnasia, y por otra ley más reciente, exigía que todos los muchachos aprendieran el alfabeto y la natación.

Además el Estado proporcionaba los gimnasios donde adultos y jóvenes se reunían para ejercitar el cuerpo y que constituían también lugares de reunión y ejercicio intelectual.

Pero incluso así, el cuadro de la educación ateniense no deja sitio a la educación profesional. En la práctica, ésta se impartía mediante el aprendizaje de taller, pero el trabajo manual gozaba de escasa consideración, pues el ideal educativo era “liberal” y nada profesional. En este sentido, la democracia ateniense abrazó el concepto aristocrático de la holgura, es decir, el tiempo de que se puede disponer con toda libertad para cultivarse desinteresadamente (en griego, scholé, de donde se deriva la palabra escuela), impartiéndole sin embargo una orientación nueva, y no primordialmente
deportiva y guerrera, sino política. Para ocuparse de la política había que gozar de holgura.

La educación ática no se extendía a las muchachas y a las mujeres, que vivían prácticamente confinadas en el gineceo (parte de la casa que les estaba reservada). En Jonia se desarrollaron excepcionalmente formas de educación femenina, de refinado carácter literario, como en Lesbos, donde parece que la poetisa Safo cuidaba de la educación de un grupo de jovencitas.


Ahora les presentamos un pequeño vídeo que pueden encontrar en Youtube que posee de manera muy resumida lo que era la educación de un ateniense desde sus primeros años.


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